Hace poco, durante esta vorágine navideña, me encontraba con mi compañera en la fnac de Donosti. Entre todo la multitud, ruidosa como maquinas, se acerco un grupo de chicos de unos 15 años al lado del lineal en el que estábamos. Justo cuando llegaban a nuestra altura , se detuvieron un momento,uno de ellos miro un ejemplar de "el niño del pijama de rayas" y con tono jocoso
les grito a los demás: "¡ese libro me lo han regalado mis padres; no lo pienso ni abrir!". Y se alejaron haciendo mas ruidoso el estruendo de la gente.
La verdad es que esa frase no me dolió por el hecho de que no se lean muchos de los libros que se regalaran estos días. Tampoco me dolió por la falta de interés hacia la lectura de estos chicos. Lo único que me dio rabia fue la falta de motivación por parte de este chaval por descubrir algo desconocido. Me dio rabia esa especie de prepotencia ignorante hacia el descubrimiento de lo que hay mas allá de nuestras paredes. Rabia porque parece que la curiosidad del que quiere sentirse pisando por primera vez un lugar secreto, ha desaparecido.
No pretendo desentrañar las causas de este comportamiento. Tampoco pretendo juzgarlas como negativas y ajenas a mí. La verdadera rabia nace por reconocer nuestra parte de responsabilidad en la apatía reinante. Y por notar sus consecuencias diarias.
Lo que de verdad quisiera es poder decirle algo a ese chico, no para obligarle o animarle a leer ese libro, claro que no, sólo preguntarle cuales son sus motivos. ¿Porque no quiere siquiera abrir el libro? ¿Porque no le interesa? Quien sabe, quizá me hubiera contestado algo ingenioso, o quizá algo brusco y desagradable. Me tranquilizaría saber que detrás de toda ese desden por llevar a cabo algo fuera del rol del chaval de cuadrilla, hay algo más. Algún pensamiento, algún sueño, algo más que tener miedo a ser rechazado.
Ese algo más es lo que nos hace ser nosotros y no lo que ellos (ellos= el resto) quieren que seamos. Porque cuando a ellos les dejan de hacer gracia las bromas sobre los libros que no le leerás, te quedas muy sólo. Y sabes que ahí no habrá nada, ni siquiera un personaje de ese libro que nunca has pensado abrir. Entonces prefieres estar muy atento a lo que hacen ellos y a lo que les hace gracia. Y seguir sumergiendote en la apatía de seguir la corriente. Hasta que no te queden ganas de reírte de lo que no conoces, porque habrás olvidado que fuera de ese pequeño mundo tuyo, hay algo más.
j.s.
les grito a los demás: "¡ese libro me lo han regalado mis padres; no lo pienso ni abrir!". Y se alejaron haciendo mas ruidoso el estruendo de la gente.La verdad es que esa frase no me dolió por el hecho de que no se lean muchos de los libros que se regalaran estos días. Tampoco me dolió por la falta de interés hacia la lectura de estos chicos. Lo único que me dio rabia fue la falta de motivación por parte de este chaval por descubrir algo desconocido. Me dio rabia esa especie de prepotencia ignorante hacia el descubrimiento de lo que hay mas allá de nuestras paredes. Rabia porque parece que la curiosidad del que quiere sentirse pisando por primera vez un lugar secreto, ha desaparecido.
No pretendo desentrañar las causas de este comportamiento. Tampoco pretendo juzgarlas como negativas y ajenas a mí. La verdadera rabia nace por reconocer nuestra parte de responsabilidad en la apatía reinante. Y por notar sus consecuencias diarias.
Lo que de verdad quisiera es poder decirle algo a ese chico, no para obligarle o animarle a leer ese libro, claro que no, sólo preguntarle cuales son sus motivos. ¿Porque no quiere siquiera abrir el libro? ¿Porque no le interesa? Quien sabe, quizá me hubiera contestado algo ingenioso, o quizá algo brusco y desagradable. Me tranquilizaría saber que detrás de toda ese desden por llevar a cabo algo fuera del rol del chaval de cuadrilla, hay algo más. Algún pensamiento, algún sueño, algo más que tener miedo a ser rechazado.
Ese algo más es lo que nos hace ser nosotros y no lo que ellos (ellos= el resto) quieren que seamos. Porque cuando a ellos les dejan de hacer gracia las bromas sobre los libros que no le leerás, te quedas muy sólo. Y sabes que ahí no habrá nada, ni siquiera un personaje de ese libro que nunca has pensado abrir. Entonces prefieres estar muy atento a lo que hacen ellos y a lo que les hace gracia. Y seguir sumergiendote en la apatía de seguir la corriente. Hasta que no te queden ganas de reírte de lo que no conoces, porque habrás olvidado que fuera de ese pequeño mundo tuyo, hay algo más.
j.s.
4 comentarios:
¡Me gusta tío! Me gusta lo que dices y la estética del blog.
Búscate blogs que te gusten, díselo y enlázales. Si ellos también te enlazan recibirás visitas. Quién sabe, ¡puede que hasta te insulten! ;-)
que pas Jonny!!! ya ley tu blog, y lo que dices, bueno ya sabes como va esto, entre la necesidad y el deseo parece ser que el deseo de ser feliz acaba sucambiendo. Pero segun leo, todo esto de la super apatia generalizada atiende e un plan. Esta programado. Por lo menos hacemos cositas y nos olvidamos un poco de lo que debemos ser.
un saludo
cuidate
ibai
aupa Jon, sí, deberiamos motivar a la gente que descubra cosas que van mas allá de lo que existe delante de sus narices. Pero tiempo al tiempo. La conciencia del gusto por lo que creemos que no nos gusta, es como ligar la salsa del bacalao al pil-pil, necesita de experiencia y tiempo. Un pijama a rayas...
un saludo,
te veo
ibai
compañero Heraklito !
no se trata de educar a nadie en lo que nosotros sabemos y ellos no...... no creo que haya elites y necesitados en la apatia reinante o en el mundo occidental o como quieras llamarlo...
todos somos parte de esto... cada vez que preferimos pasar de conocer el malestar del vecino y nos refugiamos en "el deseo de ser feliz"... El miedo, la prisa, la urgente necesidad de bienestar, la
satisfaccion egoista de los propios deseos sin contar con los del compañero... es lo que ordena nuestros actos en el mundo deshumanizado que yo comento...
no con eso digo que la unica realidad sea esta, pero es la que a mi me preocupa...
jon mamut
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